miércoles, 18 de mayo de 2011

Quién es quién rumbo al 2012

Las elecciones presidenciales están cada vez más cerca y los partidos políticos barajean diversos nombres. Mientras que el PAN sigue tratando de delimitar a sus 10 posibles candidatos (que al final resultaron ser sólo 8), mientras que el PRD trata de reunificarse y mostrar que la izquierda unida puede ser más poderosa (sí, incluso para olvidar viejos pleitos y juntar en un mismo evento a AMLO y Cárdenas), el PRI pareciera haber jugado su carta maestra desde hace mucho tiempo. Pero honestamente, ¿qué es lo que mueve al electorado mexicano? De política se puede decir mucho y a la vez nada, pero sobre el electorado mexicano… bueno, esa es otra historia. No sólo es cuestión de analizar las tempranas estrategias electorales que han usado los que a mi parecer podrían ser los tres candidatos presidenciales (Alonso Lujambio, Marcelo Ebrard y Enrique Peña) sino también de analizar los factores que influyen en el electorado mexicano. Para ello, se analizan 4 supuestos establecidos por Samuel L. Popkin en “The Reasoning Voter”. Cada uno de estos supuestos busca explicar cómo el electorado puede tener las herramientas para hacer un voto razonado.


1.      La información actual es fácil de usar y por lo tanto se considera más relevante que los datos o información pasada.


Debido a la constante publicidad que recibe el gobernador del estado de México, a la gente le resulta mucho más fácil obtener la información sobre el posible candidato presidencial. Rodeado de una atractiva campaña televisiva en horarios estelares sobre los logros de su gobierno, y contando con el apoyo de Televisa, Enrique Peña Nieto se postula como el mejor posible candidato rumbo a las elecciones del 2012. Los ciudadanos sólo tienen que prender su televisión, escuchar las noticias o ver los promocionales referentes al último año de gobierno de Peña Nieto para que queden algunos convencidos del buen trabajo del gobernador y además reciban una pequeña dosis de cómo podría ser el país si el mexiquense ganara las elecciones 2012. Para el ciudadano promedio, la información actual que ha sido divulgada por los medios de comunicación ha sido suficiente para decidir que en el 2012 nos vendría bien tener un presidente como Enrique Peña Nieto. 
            Aunque Marcelo Ebrard tiene a su disposición todo el sistema administrativo del D.F y recibe atención debido a sus políticas sociales de alto impacto (ayuda a grupos marginados, grupos minoritarios…), su imagen tiende a verse como débil. Actualmente el gobierno del D.F ya no ha estado presente en la información diaria, situación que ha hecho que los ciudadanos sientan una falta de constancia por parte del jefe de gobierno Marcelo Ebrard. Si bien en el pasado su gobierno estuvo mucho más activo, en la actualidad ha perdido el ritmo de trabajo o ya no ha formulado nuevas políticas. Debido a que el ciudadano común no posee el tiempo ni los recursos suficientes para adquirir información de primera mano, recurren a la información actual y muchas veces dejan la información pasada.
            En cuanto a Alonso Lujambio, la titularidad de la Secretaría de Educación Pública si bien le ha dado reconocimiento no necesariamente ha sido positiva. Marcado como el candidato directo de FCH y con un ritmo de trabajo débil, la información actual que circula sobre Lujambio tiende a ser negativa. Aun cuando su vida laboral pasada (casi en su totalidad académica) es remarcable, cuenta poco para el ciudadano común. Lo que al ciudadano le interesa es el trabajo actual que esté realizando en la SEP. Aunque Lujambio ha realizado campañas por casi toda la República, al ciudadano le interesan los resultados. Resultados que Lujambio no ha dado claramente.

2.      Es más fácil evaluar la competencia de un individuo que evaluar su desempeño legislativo.

Algunos ciudadanos se dejan guiar no sólo por el trabajo del candidato, sino también por los demás candidatos, es decir, evalúan a los demás competidores. En México es común, aunque cada vez menos, que los ciudadanos que aun no tienen un candidato afín observen a los demás candidatos y terminen dando su voto al que les parece no tan malo. Popkin se refiere a que cuando la gente no tiene los medios para obtener la información, se elije por simple eliminación deductiva. ¿Por qué este método favorecería  Enrique Peña Nieto?
Deductivamente, Enrique Peña Nieto se ve como el mejor candidato frente al del PAN simplemente porque la gente tiene la imagen que si dos sexenios panistas no fueron suficientes para resolver los problemas que abaten a México, un tercer sexenio no hará la diferencia. Si se asume que Alonso Lujambio sería el abanderado del PAN, Peña Nieto estaría en clara ventaja porque Lujambio representaría la línea directa del actual presidente (FCH).  Asimismo, Peña Nieto frente a sus competidores tiene la ventaja de la popularidad, situación que hace que la gente asuma una mayor confiabilidad hacia su persona.
Por otro lado, resolver adecuadamente la competencia entre Peña Nieto y Ebrard resulta menos clara que con la situación del PAN. El PRD (partido por el que competiría Ebrard) ha mostrado debilidades internas y se ha creado una imagen negativa  del partido de izquierda. Su relación con AMLO así como con grupos subversivos ha hecho que ciudadano califique al PRD como un partido conflictivo. Sin embargo, la imagen y trabajo de Marcelo Ebrard dista mucho de la típica imagen de su partido. El notable desarrollo urbano del D.F, así como su apoyo a grupos marginados ha hecho de Ebrard un candidato salvador de la mal vista izquierda mexicana.

3.      Se puede entender a un candidato si sus características demográficas se saben

Tanto Marcelo Ebrard como Alonso Lujambio han alzado la mano para declarar su convicción de contender en las elecciones presidenciales del 2012, estrategia que sólo ha servido para justificar sus acciones públicas. Sin embargo, Enrique Peña Nieto ha sido de los pocos que no ha declarado abiertamente su deseo, aunque claro está que su deseo está más que implícito en todo su proyecto como gobernador. Esta tenue línea entre la aceptación y dejar la duda ha hecho que se fortalezca la ventaja de Peña Nieto como posible candidato y vencedor en las elecciones presidenciales del 2012. Esta situación lo ha hecho ver ante el público como una persona trabajadora, leal y correcta.
            A diferencia de los demás supuestos mencionados por Popkin, este parece poco aplicable a la situación mexicana. Los tres candidatos provienen de orígenes parecidos, provienen de buenas familias, de la élite. Poca gente conoce las características demográficas de los candidatos. Sin embargo, conociendo los detalles demográficos de cada candidato, al menos superficialmente, quien tiene ventaja es Enrique Peña Nieto. Conocido mexiquense, proveniente de dos familias fuertemente políticas, Peña Nieto demuestra tener las ventajas generacionales que lo promueven como el mejor candidato para ser presidente.
            Alonso Lujambio, orgulloso de su historia vasca, muestra una cara y orígenes poco compatibles y atrayentes hacia el ciudadano común. Formado en escuelas privadas, Lujambio se muestra como una figura demasiado distanciada de la realidad mexicana. Su bajo perfil político apenas y es suficiente para los ciudadanos para otorgarle su voto. Aun cuando su pre-campaña ha iniciado con giras estatales, poca gente lo ve como un candidato cercano a las necesidades de la sociedad mexicana.
            Por último, Marcelo Ebrard viene a completar la línea de candidatos de buena familia. De una familia de origen francés y educado en escuelas privadas, Ebrard parecía lucir al principio demasiado propio. Sin embargo, su labor como jefe de gobierno lo acercó a la gente y poco a poco se ha ganado un lugar. La gente ahora lo reconoce como un buen gobernante que busca satisfacer las necesidades de la sociedad. Sin embargo, la falta de publicidad juega en su contra y Peña Nieto termina ganando la confianza de los votantes.


4.      Los candidatos pueden ser juzgados por quiénes son su amigos y simpatizantes

Los tres posibles “presidenciables” están bajo el constante escrutinio público, así como tienen a su alcance los medios necesarios para realizar pre-campañas a su favor, aun antes de que sean oficialmente reconocidos como candidatos presidenciales de cada uno de sus partidos. Como cabezas de sus respectivos puestos públicos (cómo gobernador del Estado de México, jefe de gobierno del D.F y Secretario de educación pública),  los posibles candidatos han ido permeando la política mexicana tratando de buscar un lugar dentro de alguna candidatura presidencial. Las fichas se han ido moviendo aun cuando apenas el presidente Calderón iniciaba su sexenio.
Colmado del apoyo del principal medio de comunicación y visto como la “guapa” figura que podría darle un giro al país, Enrique Peña Nieto se postula cada vez más como el candidato más fuerte a vencer en las elecciones presidenciales. Las conexiones de Peña Nieto con Televisa han hecho que la mayoría de la población mexicana (comúnmente al pendiente de la televisora) dé su confianza al candidato ya que es una extrapolación de la confianza que le tienen a Televisa. Aun cuando se le relaciona con el grupo Atlacomulco, la gente no lo ve tan mal. El tener a su lado a Angélica Rivera, conocida por el público como la Gaviota, hace que la gente piense que Peña Nieto convive con el “pueblo”.  
Aun cuando a Peña Nieto se le relaciona con el ex-presidente Carlos Salinas, no toda la gente tiene clara esta relación. En cambio, Alonso Lujambio es juzgado negativamente por su fuerte relación con FCH y Fox. Simpatizantes tiene pocos, y a los que la gente los relaciona (los mencionados anteriormente) tienen niveles de popularidad bajos, situación que entorpece su candidatura. Aun cuando es el Secretario de Educación Pública, no recibe el apoyo de Elba Esther Gordillo, dirigente del sindicato de trabajadores de la educación. El apoyo hacia Marcelo Ebrard es diverso, principalmente por la ruptura interna que existe en su partido. Sin embargo, mayoritariamente recibe apoyo dentro de su partido del Foro Nuevo Sol, formado Eloí Vázquez. Asimismo recibe cierto apoyo moral por parte de AMLO. Sin embargo, el apoyo mostrado a Ebrard es débil y la gente lo toma con poca consideración. Realmente quien tiene los simpatizantes y amigos políticamente correctos es Peña Nieto. El fuerte lazo entre él y Televisa ha hecho de él un candidato muy fuerte rumbo al 2012.


Ana Karen Mendoza Montealegre
Ciencia Política
UDLAP


viernes, 13 de mayo de 2011

¿Ha sido el modelo neoliberal un fracaso para México?


Introducción
En el presente trabajo compararemos y analizaremos los períodos comprendidos por los sexenios neoliberales, es decir, desde 1982 con De la Madrid hasta nuestros días, con la presidencia de Felipe Calderón. Los libros que tomaremos como fundamento son los siguientes: México: Hacia un nuevo Estado de Luis Medina Peña, con referencia a los períodos que van de De la Madrid a Zedillo. El libro de Andrés Manuel López Obrador La mafia que se adueñó de México y el 2012, funciona en el aspecto crítico para complementar el análisis del sexenio salinista, pero también para cubrir un análisis de los sexenios de Fox y Calderón.
Así mismo,  para la aproximación a las políticas neoliberales en su conjunto, se utilizó el texto de José Luis Cabo, México más allá del neoliberalismo. Opciones dentro del cambio global. Para el acceso a los antecedentes de la crisis económica del 94 y cómo se desarrolló, se tomó el libro The return of depression economics de Paul Krugman, premio Nobel de economía 2008. Para complementar el análisis de las políticas neoliberales de los sexenios de Zedillo y Fox, aunque resulte paradójico, se utilizó el libro La década perdida del expresidente Carlos Salinas de Gortari.

Marco teórico y contexto empírico
Para entender el modelo neoliberal que tenemos hoy en día, es necesario remontarnos a la década de los setentas. Desde la revolución, el gobierno había controlado férreamente una economía en la cual el comercio y las industrias, a excepción de las maquiladoras, estaban orientadas al mercado interno. La economía resultaba poco competitiva. El crecimiento económico era alto y constante: el Producto Interno Bruto por habitante se incrementó anualmente en una tasa del 3.14% entre 1935 y 1982. La economía tenía fallas ocasionadas por un gobierno corrupto, una poderosa clase empresarial y uniones sindicales con fuertes vínculos al PRI. Sin embargo, a pesar de lo grave de los errores, no tuvieron resultados tan negativos, debido a que se tenía una política fiscal austera, había crecimiento continuo  y  lo más importante, no había crisis.
Sin embargo toda esta mesura económica y fiscal, se ignoró cuando a finales de los setentas se descubrió petróleo. Los grandes préstamos de especuladores llegaron a México y esto, combinado con una política fiscal y monetaria irresponsable por parte de los sexenios de López Portillo y Echeverría trajo dos devaluaciones y las inevitables crisis económicas posteriores.
Era evidente a todas luces, que se tenía que cambiar el rumbo de la economía. Resultaba insostenible seguir con los modelos económicos orientados al corto plazo y basados en un desequilibrio fiscal y una pésima política de tipo de cambio. Cambiar el modelo fue muy fácil, se usó el mismo discurso que años antes había funcionado para adoptar el modelo keynesiano-cepalino de sustitución de importaciones: “el modelo se ha agotado”.
Fue así como en 1982, Miguel de la Madrid llegó a “Los Pinos” con un gabinete conformado por jóvenes economistas conocidos como “los tecnócratas”. Los tecnócratas eran una clase política aparte ajena al tradicional PRI de los dinosaurios. Este nuevo grupo vino con una ideología económica diametralmente opuesta a la política económica que se había visto en los sexenios anteriores. Su base ideológica provenía de la escuela neoliberal austriaca encabezada por Ludwig Von Mises y Felipe Hayek (la cual había tenido éxito en la implementación de políticas durante las administraciones de Reagan y Tatcher) así como de la escuela monetarista de los “Chicago Boy’s” encabezada por Milton Friedman (sus ideas habían sido particularmente exitosas en el caso chileno, con el dictador Pinochet al mando).
Durante el gobierno de De la Madrid ocurre el cambio al neoliberalismo, aunque de una manera paulatina y sutil; si bien se tomaron una serie de medidas que hoy en día se pueden juzgar como de corte neoliberal, en especial la inclusión de México al TLC. Sin embargo, debemos considerar que las políticas adoptadas por su gobierno (y en especial en la primera mitad del sexenio), más que deberse a un cambio ideológico, fueron medidas inevitables cuya intención era contrarrestar los malestares ocasionados por la crisis. Es decir,  como lo menciona Medina Peña: “Las medidas que se tomaron al principio no proponían un drástico rompimiento con el pasado, sino una suerte de corrección de ese pasado, considerado valioso en sus aspectos institucionales.” (244) Lo valioso del pasado era la austeridad fiscal y la prudencia en política monetaria. Sin embargo, en 1986 como resultado de la caída de los precios del petróleo (el precio declinó de 25 a poco más de 12 dólares en un año) y del crack bursátil de Wall Street denominado como “black monday”, el gobierno se ve obligado a renegociar su deuda con el Fondo Monetario Internacional. Es entonces cuando por medio de una carta de compromiso con el FMI (basada en un esquema de política monetaria implementado en los ochentas y noventas llamado Plan Brady) el gobierno se ve obligado a llevar a cabo una serie de reformas arancelarias para abrir el comercio que el país necesitaba tanto. Como señala Medina Peña: “En suma, ni el consumidor ni el país salían ganando al preservar privilegios y protecciones arancelarias que habían perdido su justificación.” (251).  Es debatible si el sexenio de De la Madrid estuvo casado con una ideología neoliberal o simplemente se hizo lo que debía hacerse en un momento de crisis, sin embargo lo que es claro es que es durante su gobierno cuando se abren las puertas a una nueva clase política que dominaría la política económica hasta la actualidad. El modelo neoliberal, directa o indirectamente, se había puesto en marcha.
Es en la presidencia de  Carlos Salinas de Gortari cuando el discurso neoliberal, o como se llamó en ese sexenio el “liberalismo social”, adquiere una dimensión mucho mas radical. Es durante este sexenio cuando se pone en marcha la receta neoliberal y con base en dos ejes que el presidente Salinas supo negociar y vender muy bien. El primero de estos ejes es el de la privatización de las paraestatales. Durante el sexenio de De la Madrid se realizaron privatizaciones de varias paraestatales, sin embargo estas fueron empresas quebradas que operaban en rubros secundarios y que se remataron por el alto gasto que implicaban al gobierno. Con Salinas no pasó esto, las privatizaciones fueron mucho mas agresivas y en rubros estratégicos: banca, telefonía, aviación. “Se desincorporaron 191 empresas hasta principios de 1993, entre ellas las más grandes y productivas, como Mexicana de Aviación y Teléfonos de México, además de la banca nacionalizada.” (Medina Peña, 307). Es importante señalar que la privatización de estas empresas y en particular de los bancos, se hizo a través de subastas llenas de operaciones fraudulentas; las paraestatales fueron vendidas a manos de empresarios sin  experiencia en el sector, como critica López Obrador: “De todos ellos (los banqueros) solo tres tenían experiencia bancaria, muchos eran propietarios de casas de bolsa o no contaban con ningún mérito empresarial”. (López Obrador, 21)
El otro eje en el que se basó la política económica del salinismo fue el Tratado de Libre Comercio con América del Norte el cual se concentró en derribar las barreras comerciales con E.U.A. y Canadá. Una vez conseguido este éxito, que fue en realidad la cereza de pastel de su sexenio, Salinas se dedico a abrir las fronteras comerciales con Asia y Europa. Esa política de apertura comercial continuaría en los sexenios posteriores, a tal grado que hoy en día México es el país del mundo con más tratados de libre comercio.
La política salinista tuvo una popularidad tremenda. Hechizó a México al vender la idea de que mediante el liberalismo social podíamos llegar al primer mundo y exportó este sueño a los demás países a tal grado que países de Europa Oriental y Latinoamérica empezaron a imitar el  llamado “milagro mexicano”. El llamado “liberalismo social” no era otra cosa que el neoliberalismo, el cambio en la terminología favorecía la aceptación y rodeaba a la economía de un halo que no era sino mercadotecnia pura.
En 1994 sobreviene la crisis económica conocida como “el error de diciembre”, seguida de la peor crisis financiera de la historia del país, ambos desastres ocurren a tan solo unos meses de tomar cargo en el poder el nuevo presidente electo, Ernesto Zedillo. Las causas de la crisis se ahondarán posteriormente, por el momento nos basta decir que esta crisis trajo como consecuencia el endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional como había ocurrido en crisis anteriores. Sin embargo la diferencia esta vez fue que el FMI sometió a México a una serie de políticas económicas que ya no se basaban en el Plan Brady sino en un nuevo plan denominado “Consenso de Washington”.
El Consenso de Washington proviene de un artículo publicado en 1990 por el economista John Williamson que se titula “What Washington means by Policy Reform”. En este artículo se proponen diez instrumentos necesarios para reducir la deuda externa. Estos son: disciplina fiscal; reordenación del gasto público hacia campos que ofrecieran simultáneamente altos rendimientos económicos; reforma fiscal mediante la disminución de las tasas marginales y aumento de la base fiscal; liberalización de las tasas de interés; tipo de cambio competitivo; liberalización del comercio; liberalización de entradas de inversión extranjera directa; privatización; desregulación y certidumbre en derechos de propiedad.
El FMI al igual que el Banco Mundial y el Tesoro de E.U.A. apadrinaron estas recomendaciones y las volvieron dogmas neoliberales así como condiciones de préstamos para países que necesitaban urgentemente crédito (tales fueron los casos de México, debido al error de diciembre y de Rusia, por el reciente colapso de la U.R.S.S.). Sin embargo, el consenso de Washington fue más allá y añadió una serie de normas no incluidas en el acuerdo original, tales como  la liberalización de cuentas de capital, una política monetarista, economía supply-side (basada en la exenciones fiscales y regulación mínima) y la reducción de la intervención pública a su mínima expresión.
No sólo fueron estas reglas del FMI las que amarraron la política económica de México; fue también la creencia fundamentalista y radical de los líderes y académicos mexicanos de que la combinación correcta incluía necesariamente: el neoliberalismo, las fuerzas del mercado y la política del consenso de Washington. A esta combinación correcta de ideologías se suma la permanencia de los encargados de llevarlas a cabo: los secretarios de hacienda y presidentes del Banco de México de los últimos tres sexenios se repiten sexenio tras sexenio, como menciona López Obrador. (López Obrador, 54)
La lista de los personajes se repite o se alterna: Guillermo Ortíz fue secretario de hacienda los primeros cuatro años del sexenio zedillista, y después pasa a la dirección del Banco de México, ¡diez años! En 2009 fue reemplazado por Agustín Carstens, antiguo secretario de hacienda con Felipe Calderón. Además de estos nombres cabe destacar a Francisco Gil y Pedro Aspe, antiguos secretarios de hacienda, quienes implementaron durante los sexenios de Zedillo y Fox, presupuestos basados en políticas neoliberales que se caracterizaron por el recorte en el gasto social.
En resumen, el país lleva 29 años implementando medidas neoliberales. Ahora toca el turno de cuestionarnos: ¿a dónde nos han llevado estas políticas?

Análisis
A veintinueve años de iniciado el experimento neoliberal que toma como base el axioma capitalista de menos estado y más mercado, la prosperidad y el desarrollo que el sistema prometió están muy lejos de los datos macroeconómicos. No nos dejemos engañar por las cifras que indican estabilidad y un crecimiento continuo del modelo neoliberal. Desde que se implantó el modelo neoliberal la tasa de crecimiento ha tenido un promedio de 2.2% anual. Es importante recalcar de esta cifra, que al ser contrastada con el crecimiento poblacional, se reduce de manera significativa. No basta limitarnos al PIB, sino contabilizarlo per cápita. Es así que el PIB per cápita de nuestro país en los sexenios neoliberales ha crecido únicamente al 0.02 % anualmente. Este es un dato alarmante, pues arroja la verdadera dimensión del crecimiento económico, en la perspectiva del crecimiento poblacional, resulta claro que el crecimiento va apenas ligeramente superior a lo debido. Es decir, México apenas crece 0.02 % más de lo que crece su población.
Otro dato que es importante señalar es que los salarios mínimos han perdido desde 1982 a 1999 el 70.2% de su valor adquisitivo, poco más de la tercera parte. Esta pérdida sustancial de la economía repercute directamente en la sociedad y provoca un enorme deterioro en el tejido social.
Sin embargo, revisemos de nuevo a la implantación del modelo neoliberal. El modelo fue originalmente propuesto para solucionar la enorme deuda y déficit externo que tenía el gobierno tras los sexenios de López Portillo y De la Madrid. Surgió como la solución ante los históricos problemas de deuda mexicanos, como lo señala José Luis Calva:
Precisamente, la estrategia económica neoliberal fue introducida en México con la promesa de “elevar el ahorro interno” para evitar “depender nuevamente en el futuro de recursos externos en forma excesiva”. No obstante, los pasivos externos de México crecieron de manera explosiva, saltando de 91,753.6 millones de dólares (MDD) al cierre de 1982 (después de la crisis de la deuda que estalló en agosto) a 270,196.9 MDD en 1994, cuando estallo el más grave colapso financiero de la historia mexicana, alcanzando los 344,174.2 MDD al cierre de 1999, lo que representa, a valor presente, más del doble de los pasivos acumulados hasta 1982. (81)
Es decir, que lejos de fomentar el ahorro interno, disparó los pasivos a más del doble y desembocó en un colapso financiero, que se conoció como “el efecto tequila” por las repercusiones que tuvo la debacle mexicana en otros países.
En términos macroeconómicos podemos ver tres grandes errores en el sistema neoliberal. El primer error es que el crecimiento económico fue a la par del poblacional, lo que lo vuelve insuficiente y escaso para un país en desarrollo. El segundo, los pasivos externos de México crecieron de manera exponencial con la implementación del modelo y sobre todo después de la crisis del 94. La deuda del país ha ido en aumento año con año.  El tercero, probablemente el más alarmante, es que en términos de salarios reales, el poder adquisitivo de la clase trabajadora cayó en un 70.2% lo que se traduce en un incremento en la pobreza.
De acuerdo con las cifras de la Comisión Económica para la América Latina (CEPAL), 18.7 millones de mexicanos cayeron en la pobreza entre 1984 y 1996, lo que implicó una regresión social de casi cuatro décadas, hasta niveles de pobreza que habían sido superados por el modelo de la Revolución mexicana al principiar los sesenta (citado por Luis Calva, 79).
Después de analizar los estragos macroeconómicos que el periodo neoliberal ha traído a la economía mexicana, es hora de analizar las políticas puntuales que llevaron al país a este abismo. Es importante realizar una clara distinción entre neoliberalismo puro y neoliberalismo mexicano, para entender el impacto del modelo económico. Es decir, hay que saber diferenciar claramente qué políticas económicas se fundamentaron en las teorías puras neoliberales y cuáles tuvieron su origen en un simple dedazo mexicano disfrazado de neoliberalismo. Por ejemplo, la devaluación del 94 fue una actitud irresponsable del secretario de hacienda, Serra Puche; la insurgencia de los zapatistas o el asesinato de Colosio constituyen acciones políticas aisladas, muy cerca de nuestras prácticas políticas y muy alejadas de los principios de la escuela austriaca.
Durante el sexenio de De la Madrid, como se mencionó antes, las políticas económicas implementados fueron las que el país requería: incrementar la base fiscal así como reducir el gasto. Se cuidó de aplicar los recursos en rubros necesarios y se terminaron solamente los proyectos ya puestos en marcha por los sexenios anteriores. Las paraestatales que se privatizaron en esos momentos no tenían que ver con las funciones básicas del gobierno, los tradicionales elefantes blancos. Se llevaron a cabo las reformas estructurales necesarias para orientar la economía estatista y proteccionista, a una de corte mixto, con una mayor apertura de mercado. En resumen, el sexenio de De la Madrid no tuvo una serie de políticas que se puedan considerar como neoliberales en extremo, sino más bien instrumentos que resolvieron problemas específicos en tiempos de crisis. Como señala Salinas de Gortari:
Si el término neoliberal se aplica a cualquier régimen que utiliza algunas de estas medidas, serían neoliberales los gobiernos de Patricio Aylwin en Chile, Luis Ignacio Lula da Silva en Brasil, Hugo Chavez en Venezuela, Tony Blair en el Reino Unido y Francois Miterrand en Francia: la rigidez taxonómica llevada al absurdo (67).
Para analizar las políticas y tropiezos del sexenio de Salinas es obligatorio salirnos del contexto de su libro y dirigirnos al análisis que realiza el economista Paul Krugman. El autor señala que el gobierno salinista tuvo dos talones de Aquiles. El primero fue que la apertura comercial y en particular el TLC trajeron consigo un enorme desajuste en la balanza comercial. “En 1993 el déficit de la balanza llegó a ser del 8% del PIB, algo nunca antes visto en México.” (Krugman, 42). El otro problema que señala Krugman es que a pesar de todas las reformas económicas, las privatizaciones y la apertura del mercado, no había crecimiento. La economía entre 1990 y 1994 creció a un promedio 2.8%, poco adelante del crecimiento poblacional. El economista Rudiger Dornbusch del MIT, profesor del Dr. Pedro Aspe, publicó un artículo en 1993 llamado “Mexico: Stabilization, Reform, and No Growth”. La tesis central del artículo es que el freno del crecimiento y la razón del desbalance comercial era la sobre valoración de la moneda mexicana, que no permitía que los productos mexicanos compitieran en el exterior y el país creciera.  Era necesario ajustar el tipo de cambio de la moneda. Sin embargo, 1994 era año electoral y el PRI tuvo que usar la caja chica del gobierno federal, lo cual vació las reservas internacionales e hizo que el precio del peso se fuera más alto. En diciembre de 1994 se hubiera podido subir las tasas de interés para hacer atractivo el ahorro y evitar una fuga de pesos. Sin embargo, esto hubiera dañado a los negocios y el país, después de un lento crecimiento, ya estaba al borde de la recesión. Otra opción era devaluar la moneda, y ésa fue la que tomó el gobierno.  Pero mal implementada. Como dijo el economista Isaac Katz en una entrevista: “La devaluación del 94 entraría en un libro de texto como un ejemplo de cómo no hacer una devaluación.” Krugman propone dos reglas para hacer una devaluación, de acuerdo a la experiencia de previa  de Gran Bretaña. La primera es: si vas a devaluar, hazlo por el monto necesario; el gobierno no se puede quedar corto y tratar de especular con la moneda; hay que amputar la pierna de una vez por todas. La segunda es que después de hacer la devaluación, el gobierno debe de dar la señal de que todo está bajo control, hay que evitar el pánico, la especulación y el riesgo sistémico. Como escribe Krugman:
Mexico rompió las dos reglas: La devaluación inicial fue del 15%, sólo la mitad de lo que economistas como Dornbusch habían sugerido. Y la actitud del gobierno fue todo menos tranquilizadora. El nuevo secretario de Hacienda, Jaime Serra Puche, apareció arrogante e indiferente ante la opinión de los acreedores internacionales. Mucho peor fue que poco después se supo que empresarios Mexicanos habían sido consultados de la devaluación con anticipación, brindándoles información privilegiada a inversionistas extranjeros. La fuga masiva de capitales era inevitable, y el gobierno Mexicano pronto tuvo que dejar en libre flotación el tipo de cambio (47).
La devaluación provocó que los bancos se quedaran sin solvencia y de ahí fue inevitable una crisis financiera. El resultado: la peor crisis económica de la historia; el gobierno tenía que inyectar liquidez en los bancos, pidió ayuda al FMI y contrajo las responsabilidades señaladas por el Consenso de Washington.
No puede responsabilizarse al modelo neoliberal de la crisis del 94, ya que gran parte de los problemas surgieron por no optar por una moneda de libre flotación, algo elemental en una economía de mercado. Lo que ocurrió fue una combinación de factores de índole político elecciones del 94, el peso sobrevaluado, la firma del TLC y el asesinato de Colosio. A los factores políticos se sumaron una serie de malas decisiones gubernamentales, las decisiones económicas se tornan políticas.
Lo que si es evidente es que gran parte de la culpa de la crisis financiera se debió a una política de privatización de bancos mal hecha por Salinas y que trajo como consecuencia banqueros inexperimentados, desregulación y políticas bancarias laxas. El resultado: un exceso de especulación y préstamos irresponsables que orillaron a los bancos a la falta de liquidez al principio del 95, lo que ocasionó el rescate bancario y el consecuente endeudamiento del país.
Asimismo las políticas agresivas de privatización durante el salinismo trajeron la inevitable formación de oligopolios en industrias claves para el desarrollo del país tales como telecomunicaciones, bancos y ferrocarriles. Estas privatizaciones crearon en México una clase oligarca con un poderío jamás visto en el país. Hoy en día, es evidente su injerencia en las decisiones políticas del país y lo más grave es la subordinación del progreso de México a los arreglos de precios y a la falta de competencia. Monopolios privados caros y sin compromiso.
Posteriormente, con el sexenio de Zedillo, Fox y Calderón las políticas públicas han seguido los lineamientos del Consenso de Washington; pero quedan pendientes las reformas estructurales propuestas por gobiernos neoliberales. Como resultado, tenemos un cambio que se queda corto y que resulta ineficiente. Se aplican políticas neoliberales en sectores selectos de la economía (como los programas sociales y la educación); sin embargo, en otros sectores se continúan políticas del PRI de los años 70, como PEMEX; se protege a la clase empresarial y se fomentan los oligopolios. Como ejemplo, la cancelación en el sexenio de  Zedillo, del título de concesión, que a través de la Cofetel, obligaba al sector de las telecomunicaciones a estar abierto a la competencia. Este es uno de los ejemplos de cómo, paradójicamente y bajo la “bandera” neoliberal (que en realidad es la antítesis de las teorías de Von Mises), se crearon monopolios que resultaron en fortunas descomunales.
Lo grave de esta situación es que, en materia de gasto presupuestal, se ha limitado en aspectos estratégicos tales como: ciencia, educación, infraestructura y combate en la pobreza. Las políticas sociales, desde “solidaridad” hasta “oportunidades”, han sido ineficientes y se han quedado cortas. Los datos publicados por la CEPAL en 2006, establecieron una regresión histórica de casi cuarenta años. La población en situación de pobreza en México se había mantenido exactamente igual por diez años: alrededor de 40 millones de mexicanos. Lo irónico es que, bajo el esquema neoliberal, la pobreza empeora cuando la economía crece. Esta disparidad es ocasionada por la enorme brecha de desigualdad y marginación social que trae el neoliberalismo y que ha disparado en las últimas décadas la inmigración y la economía informal.
Conclusiones
En conclusión, los últimos años de “neoliberalismo” permitieron que una clase privilegiada de economistas, defina el rumbo del país. Esto ha traído como resultado la peor crisis financiera de México, la creación de oligopolios, desigualdad social, la destrucción de la clase media, estancamiento económico y la privatización concedida a los favoritos del presidente en turno.
El truco aquí es que no estamos hablando de México, sino de Rusia. Un país que aplicó los mismos experimentos neoliberales en base al Consenso de Washington y asesorados por economistas estadounidenses. Sin embargo, los resultados fueron los mismos. El fracaso ruso no sólo resulta igual que el de México, sino por las mismas razones: un sistema político corrupto que no es compatible con la ideología neoliberal-demócrata.
En el 2000 John Williamson publicó un artículo en el que se lamentó por su artículo anterior: “What Washington means by Policy Reform”, que sirvió como base para crear el Consenso de Washington, se hubiera convertido en una especie de ideología y fundamentalismo del mercado. Él dijo que escribió el artículo para crear una serie de recomendaciones que los países debían seguir para mejorar su deuda externa; no como una biblia del neoliberalismo para ser aplicada, indiscriminadamente, en países en desarrollo.
Y es aquí donde yace el problema neoliberal. El problema empieza en querer aplicar teorías abstractas a cualquier país, como si se tratará de una varita mágica que solucionaría todos los malestares económicos a partir de la apertura del mercado. Eso fue lo que pasó en México. El gobierno se casó con una ideología sin ser un país democrático, esto contagió y politizó el sistema y se “tropicalizó”. La clase política creó un neoliberalismo “a la mexicana”. La ideología neoliberal que se vendió no fue la que recibió el país. En México tenemos actualmente una extraña transición entre el la economía posrevolucionaria de los 30’s a los 70’s con una mezcla de apertura de mercado. Lo triste es que nos quedamos con lo peor de los dos sistemas; del sistema posrevolucionario mantuvo paraestatales obstruidas por corruptos sindicatos; del neoliberalismo se apropió del saqueo de unos cuantos en nombre del mercado y con la falta de regulación que nos hace muy susceptibles a las crisis.
El neoliberalismo se aceptó como un dogma y cualquier crítica se descartó por los tecnócratas; nunca se dieron cuenta que su error no yacía en la fallas macroeconómicas de la  teoría, sino en la arrogancia de asumir que, a través de una ideología mal adaptada, se tienen todas las soluciones.

Íñigo López Vázquez


Bibliografía

Calva, José Luis. México más allá del neoliberalismo. Opciones dentro del cambio global. México: Plaza y Janés, 2000.
Krugman, Paul. The Return of Depress on Economics and the Crisis of 2008. New York: W.W. Norton & Company, Inc., 2009.
López Obrador, Andrés Manuel. La mafia que se adueñó de México…y el 2012. México: Random House Mondadori, 2010.
Medina Peña, Luis. Remembering. Hacia el Nuevo Estado. México, 1920-2000. México: Fondo de Cultura Económica, 2000.
Salinas de Gortari, Carlos. 1994 La “década perdida” 1995-2006. Neoliberalismo y populismo en México. México: Editorial Debate, 2008.

lunes, 9 de mayo de 2011

Tomando en cuenta su ascensión antónima al poder ¿Qué decisiones tomadas por los líderes de ambos partidos, provocaron que el Partido Revolucionario Institucional mantuviera un régimen más largo que el Partido Comunista de la Unión Soviética?

1.- Introducción
                Hoy en día, las luchas entre partidos políticos y sus resultados definen por completo la historia de un país y su lucha por sobrevivir en el mundo. El Partido Revolucionario Institucional tuvo un mandato de más de setenta años en nuestro país. El Partido Comunista de la Unión Soviética rigió por 69 años, hasta la caída del mismo Estado.

                Es difícil comparar un nuevo Estado Socialista como el de la Unión Soviética, con una recién rescatada y desorganizada nación como lo era México en la posrevolución, sin embargo los partidos dominantes de México y de la URSS durante el siglo XX, tuvieron características muy concretas, en las que se puede realizar un buen análisis comparativo.

                Ambos partidos brotaron en tiempos revolucionarios y buscaron establecer el mejor sistema que llevaría a cada nación a una estabilidad económica y social. No obstante, sus esfuerzos se vieron nublados por una lucha interna del poder, por cautelosas reformas económicas, apertura a la globalización etc. Este ensayo tiene como fin, analizar las razones concretas que provocaron una estabilidad más longeva en el poder por parte del PRI, basándose en 4 hechos principales:

  I Apertura a la oposición por parte del Partido Revolucionario en sus distintas etapas.
 II Deslealtad y conflictos internos entre líderes del Partido Comunista de la Unión Soviética
III Poco enfoque a la economía y reformas frágiles e irrelevantes por parte del PCUS.
IV La búsqueda de un bienestar económico y social (a pesar de los intentos fallidos) por parte del PRI.
V Gorbachov y Zedillo.

                A través del análisis, se alcanzarán las razones específicas dentro de los cinco puntos ya mencionados, por las que el Partido Comunista de la Unión Soviética sufrió una desintegración inmediata y decisiva y como el PRI logró operar de una mejor manera el aparato de Estado y mantener a la sociedad bajo su régimen por más tiempo. No obstante, también se compararán los papeles parejos de Ernesto Zedillo y Mijaíl Gorbachov, cada uno finalizando el proceso de escisión del poder de cada partido.
               
               

2.- Marco Teórico y Contexto Empírico.
                Las bases de ambos partidos, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), se forjaron en los tiempos revolucionarios y posrevolucionarios de sus respectivas naciones.
 En el libro Hacia el Nuevo Estado de Luis Medina Peña, nos introducimos a la historia del PRI desde sus comienzos en la época posrevolucionaria. El libro México la ceniza y la semilla de Héctor Aguilar Camín, nos presenta la historia del PRI en los últimos años de su gobierno en nuestro país.  En México, la Revolución dejó un pueblo desorganizado con una gran variedad de facciones y un ejército sin ideología. “A diferencia de otras revoluciones, la soviética o la china, al ejército constitucionalista no le antecede la existencia de un partido centralizado que lo organiza y adoctrina. En los casos soviético y chino la transformación del ejército revolucionario profesional fue relativamente sencilla porque estaba estructurado dentro de la rígida disciplina política e ideológica de un partido comunista.” (Medina 34). La tarea de desmilitarizar al país y buscar un equilibrio social, recayó en las manos de Carranza y Obregón, este último avanzó en esta tarea y además realizó un reparto territorial en todo el país. Su sucesor Plutarco Elías Calles, culminó  la domesticación del ejército y su profesionalización.
                 La idea de un partido de la revolución que unificara a la llamada “familia revolucionaria” se le atribuye a Álvaro Obregón. Fue éste el que creó y organizó las bases ideológicas y se encargó de unificar ciertos grupos como el Partido Laborista y la CROM. Después de la muerte de Obregón, fue necesario consolidar el partido unificador y de esta necesidad nació el PNR. “Para la creación del partido de la Revolución, el ejemplo a seguir no fueron los laxos partidos-convención norteamericanos, sino los partidos comunistas y socialdemócratas.” (Medina 74). Posteriormente, el PNR con propósitos claramente socialistas, cambió de un partido conformado por comités, al Partido de la Revolución Mexicana (PRM) formado por sectores. Debido a la formación de alianzas entre partidos comunistas en distintos países, el PRM busco formarse como “Frente Popular”.
En marzo de 1938 se realizó el congreso para crear el PRM. La novedad más importante de los estatutos fue la propuesta de organización sectorial, en la cual las nuevas fuerzas que se incorporaban estaban de acuerdo, pues se conservaba la identidad de estas pero les permitía la acción común en una estructura de frente popular. La segunda novedad importante consistió en la creación del sector militar que junto a los sectores obrero, campesino y popular contribuyó a darle una solidez impresionante al nuevo partido.  (Medina 154).
                Ya finalizada la Segunda Guerra Mundial, se transforma por tercera y última vez el partido de la familia revolucionaria y por primera vez en treinta años, la elección de un presidente civil fue posible. “El 18 de enero de 1946, ante poco más de dos mil delegados, se declaró disuelto el PRM por considerarse cumplida su misión histórica, y se aprobaron la declaración de principios, programa de acción y estatutos del Partido Revolucionario Institucional.” (Medina 162). El nuevo partido concluía que los ideales y propósitos de la revolución se cristalizaron en instituciones que ya eran parte de la nación.
                Hasta ahora hemos visto en resumen la formación y evolución del PRI en México, sin embargo  la creación y ascenso al poder del PCUS ocurrió de una manera antónima. En los libros Historia del Partido Comunista escrito por un grupo de autores dirigidos por B. Ponomariov, Soviet Politics from Brezhnev to Gorbachev de Donald R. Kelly, The Communist Party of the Soviet Union de Michael P. Gehlen y Perestroika de Svetozar stojanovic, encontramos la historia completa del partido comunista y su ascenso oficial al poder, teniendo como primer líder a Lenin.
En la Rusia zarista, la situación empeoraba entre 1900 y 1904. La nación estaba llena de distintos grupos étnicos. La afluencia de productos alemanes y la finalización del transiberiano produjeron paro y hambre. Aumentaron las revueltas campesinas y se iniciaron en los centros urbanos cadenas de huelgas. En estos años, el capitalismo pasó de la forma industrial a la forma financiera, y a la lucha de clases se le añadió la lucha política entre estados. Debido a la autocracia política, no se tomaron medidas para modernizar la industria y el régimen absoluto liderado por el zar, nunca se enfocó en estos problemas. En Rusia no existían partidos políticos, elecciones, parlamento, libertad de prensa, ni una constitución. La guerra ruso-japonesa se convirtió en el detonante de la protesta popular contra el régimen, las huelgas se agraviaron y el 9 de enero de 1905 sucedió la  marcha pacífica hacia palacio, en demanda de una asamblea constituyente. La marcha fue reprimida por la tropa zarista, dejando más de 300 muertos y más de mil heridos, suceso conocido como el Domingo Rojo.
Con todo esto, Vladimir Lenin comenzó a formar un partido basándose en el manifiesto comunista de Marx y Engels. En el Manifiesto del Partido Comunista de Marx y Engels, se presentan los estatutos más importantes para la base del partido “En su lucha contra el poder unido de las clases poseedoras, el proletariado no puede actuar como clase más que constituyéndose él mismo en partido político…”. De acuerdo a Ponomariov “en todas las etapas de su desarrollo, el Partido se ha trazado y ha seguido una línea política basada en la doctrina del marxismo-leninismo, acorde con los interés de la clase obrera, de los campesinos trabajadores, de todas las naciones del país, con los intereses de la Patria, del triunfo del comunismo en la Unión Soviética, de la causa del socialismo internacional”. (4). Lenin es la mente maestra tras la Revolución de Octubre, en la que los Bolcheviques ocupan los puntos estratégicos de la capital. Kerenski, primer ministro del gobierno provisional, gobierno que se sublevó y derrocó al sistema zarista en la Revolución de Febrero (Revolución Burguesa), huye y otros miembros son detenidos. Lenin logró un gran manejo de los soviets, mantuvo ese espíritu de revolución encendido y los preparó para una revolución (a su debido momento) y obtuvo un gran soporte de las masas, a tal grado que la toma del poder se logró sin el derramamiento de sangre. “Bajo la dirección del Partido Comunista se rompieron las cadenas que trababan a las fuerzas productivas del país y se aseguró un progreso inusitado de la economía, la técnica, la ciencia y la cultura.” (Ponomariov 914).
                Es así como los dos partidos llegan al poder, uno en una República y otro en un nuevo Estado  Socialista. Es clara la diferencia en el ascenso al poder,  ya que en la URSS el partido se fundó y organizó antes de su última y victoriosa revolución. En México el PRI se fue forjando poco a poco en una lucha de facciones y grupos posrevolucionarios. No obstante, la gran semejanza entre estos dos partidos es su estancia en el poder durante más de 60 años en su respectiva nación. En 1922, ya con el poder solidificado por completo, Lenin es nombrado líder de la URSS, provocando el ascenso oficial al poder del Partido Comunista. En 1929, el PNR se consolida teniendo a Plutarco Elías Calles como líder y fundador, posteriormente en 1930, Ortiz Rubio ganaría oficialmente las primeras elecciones presidenciales representando al PNR. El PCUS se convirtió en el órgano líder de la URSS al ser un partido sólido y con años de experiencia en la ideología marxista, por consecuente, su estadía en el poder era concreta y asegurada, sin embargo la historia nos demuestra que el PRI, siendo un partido que se forjó a base de una lucha de intereses entre grupos políticos, conflictos posrevolucionarios y que además dejó espacio a la oposición desarrollándose en la “democracia” de una República, tuvo una estancia en el poder más prolongada que el PCUS.
                “El 2 de julio del año 2000 México tuvo por primera vez unas elecciones presidenciales con ascenso pacífico de la oposición al poder.” (Aguilar 19). De acuerdo a Aguilar Camín, los cambios detrás de la pérdida de la presidencia ya se venían dando desde años atrás. “En el nivel municipal, el 65% de los votantes sabía lo que era vivir sin el PRI en el poder: había tenido durante la última década gobiernos distintos del PRI. Esa experiencia puede haber sido determinante en el resultado del 2 de julio.” (Aguilar 27). El año 2000 marcó el fin de la llamada “dictadura perfecta” ó del “partido de estado”. Por primera vez, la democracia de millones de mexicanos se hizo valer en la elección de su nuevo presidente, Vicente Fox Quesada representando al Partido Acción Nacional. “Al candidato del PAN le dieron el triunfo los hijos de la modernización social de la era del PRI. A partir del gobierno de Salinas, los presidentes priistas no tuvieron en el Congreso mayoría suficiente para hacer por sí solos reformas constitucionales. Tuvieron que contar con la anuencia de parte de la oposición. La oposición que les dio esa anuencia fue el PAN”. (Aguilar 37, 38). En las elecciones intermedias durante el sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León, el PRI perdió la mayoría absoluta en la cámara de diputados. A pesar de la victoria del 2 de julio, lo que los mexicanos lograron, fue llevar al poder a un grupo de políticos principiantes y a un presidente muy débil ante el Congreso. Esto causó problemas en su gobierno y fue uno de los factores que impidieron el cumplimiento de varios ideales prometidos por el poder ejecutivo. Actualmente, el PRI busca regresar al poder en las elecciones presidenciales del 2012.
                “El pueblo soviético, agrupado estrechamente en torno al Partido Comunista y apoyándose en los grandiosos éxitos logrados en todas las esferas de la vida, ha entrado en el período de edificación de la sociedad comunista en todo el frente.” (Ponomariov 919). El tipo de declaraciones como la anterior, se realizaban en los años cincuenta y sesentas, cuando la URSS se encontraba en sus mejores momentos. Hablando de la caída del Partido Comunista, el año de 1991 marca la escena final de este partido. Mijaíl Gorbachov crea y ejecuta Glasnost y Perestroika a finales de los años ochenta. Las innovadoras reformas y el carácter lejano al socialismo que tenía Gorbachov, fueron los detonantes para que la Unión Soviética se disolviera y con esta el PCUS. Antes de Gorbachov, líderes como Andropov y Chernenko jamás hubieran imaginado llevar a cabo semejantes reformas como lo hizo el último Secretario General del Partido. El intento fallido de rescatar a la Unión fue el golpe de estado en contra de Gorbachov en Agosto de 1991, cómo resultado de este movimiento, se acabó por desacreditar al Partido Comunista cómo órgano principal sobre el gobierno. En diciembre de 1991 se disuelve oficialmente la URSS a través de diferentes tratados como el de Belovesh. Posteriormente, grupos como el ejército rojo y la KGB fueron disueltos por las nuevas entidades independientes.
                El PRI entrega oficialmente el poder en el año 2000 y el PCUS se disuelve en el año de 1991, es claro cómo después de varios años de mantenerse como partidos de estado, la caída de ambos grupos políticos marca una nueva etapa en la historia de cada entidad y sella el comienzo de “sociedades más democráticas”. Si contamos los años exactos, el PRI permaneció en el poder 71 años (1929 – 2000), el PCUS lo hizo por 69 (1922-1991). Aunque no sea mucha la diferencia, el hecho de que el PRI haya resistido las dos últimas elecciones presidenciales en 1988 y 1994 (período entre el que la URSS se desintegró), y que haya prevalecido más tiempo en un sistema cabalmente “democrático”, crea la pregunta principal planteada en este ensayo. Como ya se mencionó en la introducción, los personajes principales y los que jugaron el papel más importante para que se dieran las caídas de ambos partidos, son Mijaíl Gorbachov y Ernesto Zedillo. Los dos últimos líderes comparten indiscutibles semejanzas que provocaron la apertura de un nuevo sistema y la caída de un antiguo régimen.
3.- Análisis.
                En la introducción se mencionan los porqués de que el PRI se mantuviera en la cabeza del poder político de México en un lapso mayor que el PCUS en la URSS, resumidos en 5 puntos principales:
  I Apertura a la oposición por parte del Partido Revolucionario en sus distintas etapas.
 II Deslealtad y conflictos internos entre líderes del Partido Comunista de la Unión Soviética
III Poco enfoque a la economía y reformas frágiles e irrelevantes por parte del PCUS.
IV La búsqueda de un bienestar económico y social (a pesar de los intentos fallidos) por parte del PRI.
V Gorbachov y Zedillo.
                Hablando de la ascendente apertura a la oposición que el PRI permitió en la República, es claro que esto provocaría que la presión por parte de otros grupos y partidos políticos se redujera y poco a poco se fueran incorporando al cuerpo del estado, sin representar una gran amenaza para la familia revolucionaria. “A fines de los años treinta, reaccionando ante los radicalismos cardenistas, pero sobre todo al corporativismo del PRM, esa clase media decidió fundar el Partido de Acción Nacional (PAN) pues vio en la mecánica del partido oficial la expresión de siniestros propósitos totalitarios.” (Medina 158). Es evidente que la creación del PAN surge de la clase media que de pronto se dio cuenta de como el frente popular del partido revolucionario, adquiría poco a poco más influencia en los sectores del país. El 28 de febrero de 1943 se inauguró la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP). Esta confederación ayudó a darle un espacio a la nueva clase media representada por el PAN y al mismo tiempo, ayudó a organizar los sectores dentro del PRM. “Para la época en que se constituyó la CNOP fue evidente la presencia y el creciente peso de la nueva clase media. Entre 1900 y 1950, la clase media se incrementó 255.5% en términos absolutos, y 87% en su peso relativo dentro del total de la población. En lo que se refiere a los efectos políticos hacia el interior del partido, la CNOP fue igualmente exitosa al convertirse en el semillero de una nueva clase política y servir de equilibrio de los otros dos sectores”. (Medina 160).
                En el año de 1946, se promulgó una nueva ley electoral. Como lo menciona Medina Peña, esta ley vino a ocasionar cambios trascendentales “pues establecieron el principio de la centralización en la preparación y manejo de los comicios federales como garantía mínima en contra de la violencia” (167). La nueva ley también vino acompañada de la formación de la Comisión Federal de Vigilancia Electoral, supervisando el proceso electoral y convirtiéndose en el primer organismo en contra del fraude. Esta ley, junto con la del 4 de diciembre de 1951, dio un espacio a los partidos de oposición en el sistema político. Antes de la ley promulgada por López Mateos con respecto a los “diputados de partido” existían en México cuatro partidos políticos, el PRI, el PAN, el Partido Popular y el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM). “La debilidad de los partidos de oposición fue evidente a todos los niveles institucionales del país; pero, sobre todo, en la integración de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.” (Medina 169 170).
                En consecuencia, de acuerdo a Medina Peña en su libro Hacia el Nuevo Estado, López Mateos promulga la nueva reforma constitucional de 1963:
En modalidad en el sistema electoral mexicano, popularmente conocida como “diputados de partido”. La reforma dispuso el derecho de los partidos minoritaritos a cinco curules en caso de obtener 2.5% de la votación total válida, y una por cada 0.5% de votación adicional hasta un máximo de 20 por partido. Se mantuvo el distrito uninominal, y los asientos atribuidos a los partidos mediante los cocientes antes referidos, se agregaron al total de aquéllos. (170).
                Es evidente qué este tipo de reformas le dio a las minorías y partidos de oposición el aumento de su representación en la cámara de diputados. “Desde el ángulo político, el sistema de diputados de partido contribuyó a darle estabilidad al juego partidista y a confirmar dentro y fuera del país que los gobiernos priístas no temían a la oposición ya que, al contrario, la alentaban.” (Medina 171). Posteriormente, reformas cómo la de representación proporcional en 1977, ocasionarían la existencia de los diputados plurinominales y así las minorías tendrían más influencia en la Cámara de Diputado. Todo esto redujo la enorme presión que un partido como el PRI recibió por parte de los demás grupos de oposición y de las minorías, brindando al mismo tiempo un bienestar social dentro del sistema electoral y dándole voz a otros partidos alternativos.
                Por otro lado, en la Unión Soviética nunca existió espacio para algún partido opositor al comunista. El PCUS siempre estuvo a la cabeza del régimen, el Politburó era el enorme órgano del gobierno y del partido en sí, la nomenklatura que era la burocracia política en la URSS, era la caterva que elegía y posicionaba a los distintos líderes del partido en sus respectivos sectores. Departiendo de las elecciones que se sostenían, de acuerdo a Michael P. Gehlen, en su libro The Communist Party of the Soviet Union, nos explica cómo estas representaban la oportunidad de convertir a más personas en seguidores del partido y asegurar en este aspecto su legado. “Además de la falta de arbitraje entre candidatos, una razón por la cual es importante considerar el proceso electoral y las actividades de los Soviets parte de la política de socialización, es el esfuerzo hecho por los oficiales del partido y sus miembros, de influenciar a las personas que no seguían al partido, aprovechando así la ocasión”.[1] (P. Gehlen 91). La propaganda y la agitación, eran otros métodos utilizados para infiltrarse y plantar la ideología comunista a las masas.
                Refiriéndonos al segundo punto, sobre la deslealtad entre líderes y conflictos internos, es muy notable cómo dentro del Kremlin, los líderes del partido se disputaban distintos apostados, así como el del Secretario General del Partido, siendo este el puesto más importante y que representaba el poder máximo. Generalmente, las razones por las que se destituían a líderes o se anunciaba su próxima renuncia, era el estado de salud en el que se encontraban y esto se volvió una justificación para la sucesión del poder dentro del Gobierno y del partido. Desde del ascenso al poder de Khrushchev, después de la lucha interna disparada por la muerte de Stalin, el nuevo Secretario condenó la manera en la que el antiguo dictador gobernó la URSS. Este esquema se fue repitiendo en los siguientes años de sucesión, desde Brezhnev hasta Gorbachov. ¿Por qué esta forma de desprestigiar al predecesor y querer sellar un legado en la historia del a URSS, fue un factor para su caída? La respuesta recae en dos cosas: En que los líderes se mantenían desenfocados en los problemas que la Unión enfrentaba día con día y en Gorbachov. Mijaíl Gorbachov, atracado de esta forma de liderar a la Unión, comienza con los nuevos métodos y reformas que poco a poco llevaron a su caída, no obstante eso se expondrá en la última parte de este análisis.
                Regresando al tema de la deslealtad entre los líderes y los conflictos internos en el partido y el Politburó, en el libro Soviet Politics from Brezhnev to Gorbachev de Donald R. Kelley, el autor nos introduce a los métodos políticos que cada líder tuvo durante su estancia en el puesto de Secretario General, y el afán de combatir por el tan deseado puesto y desprestigiar indirectamente al rival. Khrushchev es víctima de un “golpe de estado” en el que se le destituye como Secretario General y días después Brezhnev sube al poder. “Khrushchev cayó del poder debido al miedo que corría en sus oponentes dentro del partido, miedo provocado por sus incesantes intentos de cambiar la naturaleza de las instituciones en el poder y de forzar a una elite conservadora a aceptar los cambios  en su propio estilo de liderazgo.”[2] (Kelley 3). Durante su mandato, Brezhnev siempre buscó reprimir y desacreditar a los seguidores de Khrushchev, a través de improductivas reformas económicas y sociales, que no tuvieron como principal objetivo el beneficiar al pueblo soviético.
                Yuri Andropov fue nombrado Secretario General en 1982. Andropov mantenía lazos muy cerrados con la Policía Secreta (KGB) por haber sido él quien la lideró por algunos años. Asimismo, fue reconocido por haber jugado el rol principal en la invasión a Afganistán, las medidas extremas en la primavera de Praga y la represión de otros movimientos divergentes soviéticos. Ahora bien, algo que destacó en las decisiones de Andropov fue la implementación de una campaña anticorrupción dentro del Partido y el mismo Estado:
Andropov tomó medidas rápidas en contra de los peores excesos de corrupción y crímenes en las oficinas. La campaña de anticorrupción que se infundió en todo el partido y estado, además de remover oficiales con prácticas ilegales en el régimen, tuvo como objetivo abrirle el camino a Andropov para posicionar a sus seguidores y a crear una imagen pública de un líder potente que incluso en los altos niveles, se mantendría en contra de los transgresores.[3] (Kelley 51 52).
De acuerdo a Donald R. Kelley, con esto hecho y el autoritarismo presente en su persona, Andropov pudo realizar grandes cambios en el Politburó y reemplazar a una enorme cantidad de miembros en el gobierno de la URSS y en el partido mismo. Para finales de 1983, un tercio de los departamentos del aparato central del partido en Moscú habían sido removidos y remplazados y el 20 por ciento de las secretarías del partido regional también sufrieron el nuevo cambio de Andropov. En estas reformas venía la intención de desprestigiar a Brezhnev y de bloquear a Chernenko de tomar el poder. Esto de nueva cuenta nos hacer ver la falta de interés de los líderes soviéticos en la economía y en las verdaderas necesidades y problemas que se aproximaban, manteniendo una constante ola de conflictos internos dentro del partido y el estado comunista. Chernenko por otro lado, no fue tan estricto en la campaña de anticorrupción de su antecesor, sin embargo la persona próxima al poder que recibió la presión del antiguo régimen fue Gorbachov. “Mientras la ausencia de Gorbachov fue técnicamente correcta ya que no implicaba un puesto formal en los asuntos exteriores, en términos políticos su omisión significó que la antigua guardia del partido mantenía su control en la política exterior.”[4](Kelley 113).
Hasta este punto se ha expuesto transitoriamente la lucha interna que se desarrollo en el Kremlin  y cómo la noción de los líderes soviéticos se fue nublando por la lucha personal de consolidar el poder. No obstante, este patrón provocó el tercer punto expuesto al principio del análisis, el poco enfoque a la economía y reformas demasiado cautelosas y obsoletas por parte del PCUS, que además se hacían para fortalecer la figura del líder. Es claro que Stalin tuvo el crecimiento de la industria y de la economía presente en su absolutismo, sin embargo sus sucesores no compartieron esta misma visión.
Basándonos en Kelley, Brezhnev enfrentaba el problema de la modernización económica de la Unión. A mediados de los años sesenta, Alexei Kosygin propuso una serie de reformas para la descentralización del poder económico y el ofrecimiento de más poder e independencia al personal del nivel empresarial. La respuesta de Brezhnev, de acuerdo a Kelley, fue concreta y disidente a la de Kosygin “La respuesta inicial de Brezhnev recalcó las libertades tradicionales del partido y demandó que este seguiría controlando y supervisando la economía. En lugar de conllevar el más débil surgimiento de las  relaciones de mercado independiente, el Secretario General insistió en que la continúa intervención y coordinación del partido eran las soluciones para optimizar el rendimiento.”[5] (5).
Brezhnev descuidó el problema agrario y las reformas de agricultura, para concentrarse en el desarrollo de la industria pesada y la nueva tecnología que esta conllevaba. Sin embargo, siempre tuvo presente el mantener un balance entre las instituciones en el poder. Así también, se encargó de eliminar los últimos vestigios de Khrushchev en el Comité Central. Como resultado de todo esto, los últimos años del mandato de Brezhnev estuvieron marcados por los fracasos políticos y la imagen de que los líderes soviéticos estaban perdiendo el control.
En la economía, las reformas tan propagadas de introducir nueva tecnología y reestructurar la administración a lo largo de las líneas y corporaciones basándose en el estructuralismo occidental, no tuvieron el efecto deseado. El nivel tecnológico de la industria soviética creció de una manera más lenta de lo esperado. Asimismo la investigación interna y el desarrollo de producir innovaciones prácticas y viables fallaron, y el problema era que los administradores y gerentes temían al cambio, rechazando las innovaciones. Las reformas de gestión tampoco llevaron a la viabilidad en la economía.[6] (Kelley 14)

                En el caso de Andropov, su autoritarismo se vio reflejado en las reformas económicas hechas durante su mandato. El Secretario General se basó en la disciplina y en las reformas cautelosas para tratar de resolver los problemas económicos. Para Andropov, la poca disciplina en el trabajador, así como su insuficiencia en la industria, provocaban los grandes problemas económicos para la Unión. Fue así como su campaña anticorrupción tuvo un segundo blanco, los trabajadores.
En este caso, la campaña para incrementar la disciplina laboral tomó el tono de una cruzada, con el mismo Andropov declarando a los trabajadores “Aunque no todo puede ser reducido a disciplina, es ahí donde debemos empezar, camaradas”. La campaña se intensificó cuando los trabajadores se vieron en la penuria de evadir a la policía y otras fuerzas secretas que realizaban redadas sorpresas en las tiendas e instalaciones públicas de Moscú, con el fin de prender a los trabajadores ausentes de sus obligaciones laborales sin autorización.[7] (Kelley 79).
                De esta manera, Andropov se movió prevenidamente en los asuntos económicos, ya que también recibía presión de los más antiguos miembros del partido quienes se sentían amenazados por una modernización tecnológica que cambiaría los más básicos principios del la industria socialista. Él mismo declaró que “Los planificadores soviéticos, debían de evitar cualquier intento de operar la economía utilizando métodos ajenos a su naturaleza”.[8] (Kelley 78). De hecho, de los pocos logros económicos, se encuentra el apoyo a la agricultura y una gran inversión para regenerarla, no obstante, semejante reforma se hizo bajo la influencia de Gorbachov. Chernenko no fue la excepción, y fue él quien fuertemente reafirmó la participación del partido en el estado y la economía y siguió la manera cautelosa de afrontar los diversos problemas tal como lo hicieron sus predecesores.
                Ningún gobierno mexicano realizó alguna clase de campaña anti-corrupción para destituir a algún miembro del partido. Al contrario, se caracterizaron por defenderse entre ellos y asegurar el legado del sucesor, que hasta Zedillo, era elegido por el mismo presidente, el llamado “dedazo”. Tampoco existieron cautelosas reformas económicas por miedo a ser reprimidas ó no apoyadas por parte de una vieja guardia comunista que dominara el congreso o la cámara de diputados. Así mismo, durante su sexenio, los presidentes no se preocupaban por desacreditar al sucesor o que la base de sus nuevas propuestas tuvieran como objetivo marcar un legado en la historia, mayor al del presidente pasado. No obstante, es necesario analizar algunos intentos de los presidentes mexicanos para rescatar la economía, que en algunos casos necesitaron de medidas radicales que cambiaron el antiguo método del partido revolucionario, como por ejemplo la implementación de un sistema económico neoliberal. Al igual que en la URSS, semejantes movimientos provocaron poco a poco la caída del partido, finalizando en un presidente que se cerró a las influencias provenientes de los líderes partidistas y a un manejo de la democracia más virtuoso. Sin embargo, el hecho de que siempre se aspiró mejorar el aspecto económico del país, no provocó la presión por parte de la sociedad que la URSS recibió.
                A través de la sucesión de presidentes del PRI, nos encontramos con enormes intentos y reformas para rescatar al país de la crisis. Medina Peña resalta todo esto en capítulos como el de ¿Crecimiento o Desarrollo? Donde el autor plantea el principal problema de nuestro país; la mala distribución del ingreso. De acuerdo a Medina, el llamado “Milagro Mexicano” termino con el fin de los sesentas y el comienzo de una nueva y difícil década. Varios analistas y expertos en la materia, predijeron semejante desastre en los setentas. “Según Ibarra, la política económica que se seguía había sido diseñada para los años treinta y cuarenta, y se encontraba desfasada con las realidades y transformaciones del sector productivo de finales de los sesenta.” (Medina Peña 177). Este problema fue similar al que se enfrento la URSS, pero la respuesta por parte del presidente Echeverría fue muy diferente a la del resto de los líderes soviéticos. Echeverría inicia el Desarrollo Compartido, con el fin de reorientar y fortalecer tanto la economía como la política en México. “Se requiere, en verdad, aumentar el empleo y los rendimientos con mayor celeridad. Para ello, es indispensable compartir el ingreso con equidad y ampliar el mercado interno de consumidores”. (Medina Peña 180). El modelo cayó en un juego contradictorio ya que se “quisieron sostener altas tasas de crecimiento distribuyendo ingreso pero, a la vez, se pretendió mantener la libre convertibilidad del peso y el tipo de cambio” (182). Esto provocó que la política fuera convulsiva, de encogimiento, provocando cierta desconfianza. A pesar de esto, las reformas tuvieron buenos resultados y se crearon cuerpos cómo el Instituto Nacional para el Desarrollo de la Comunidad Rural y de la Vivienda Popular, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Destacaron nuevas reformas y leyes como la Reforma Agraria, la Orgánica de Petróleos Mexicanos y el Seguro Social.  
                “A pesar del incipiente desorden externo, la política restrictiva de México rindió algunos de los frutos que de ella se esperaban, pues el déficit en cuenta corriente bajó en 220 millones de dólares como consecuencia, más que de un aumento en las exportaciones, de un severo descenso de las importaciones”. (Medina Peña 184). Es un hecho que los presidentes de nuestro país nunca trataron los problemas económicos de la mejor manera, pero tampoco se circunscribieron en varias de sus reformas y nuevos métodos. El exceso en el gasto público fue un error que marcó el sexenio de Echeverría y que sentaría las bases para un desequilibrio económico próximo. José López Portillo basó su avance de la economía en el descubrimiento de grandes reservas de petróleo en territorio mexicano y la extensión del gasto público. Al principio había una sobresaliente estabilidad debido a que la cantidad de petróleo en el subsuelo nacional era prometedora, no obstante, fueron las fuerzas internacionales las que hicieron que la estrategia de Portillo se viera derrumbada, afectando a la economía en grandes proporciones.
                Es con Miguel de la Madrid y con Salinas el cambio radical que marca una gran diferencia con la URSS. Un nuevo sistema económico mundial - en este caso el neoliberalismo y la globalización - obliga a las naciones a adoptar este nuevo sistema. Es un hecho que la URSS jamás intentó amparar un sistema ajeno a la ideología comunista que los llevo al poder. Por otro lado, en México la implementación de este modelo, que además de todo iba en contra de los ideales inaugurales del PRI, no arrojó los resultados esperados pero introdujo al país a la realidad económica del mundo globalizado, un mundo en el que la URSS simplemente no encajaba.
                Así llegamos al último punto del análisis, Gorbachov y Zedillo. Cuando Ernesto  Zedillo toma la presidencia de México en el año de 1994, la Unión Soviética ya estaba completamente disuelta, pero es el semejante papel de ambos líderes, el detonante para la pérdida del poder de su respectivo partido. En primer término, hay que enfatizar que las inercias del PRI y del PCUS fueron determinantes para que el rol, tanto de Zedillo y Gorbachov, provocara el descenso de ambos grupos políticos. Es decir, los puntos anteriores del análisis finalizan en estos dos personajes.
                Cansado del mal manejo de la economía y represión en la Unión y reprimido por la vieja guardia en su trayectoria a través del partido, Gorbachov, al ser nombrado Secretario General del Partido Comunista, le dio un giro radical al gobierno del régimen.
Desde el principio, Gorbachov dejó claro que el enfoque central de su gestión en el poder sería la economía. Llamando a una “aceleración social y económica de la nación”, declaró que semejante política requeriría la “transformación de bases técnicas y material de producción” y el “progreso de las relaciones sociales, más que nada la económica”. Regresando a temas sobre la “revolución científica y tecnológica”, Gorbachov pidió el apoyo y esperanza de toda la nación para el desarrollo de la alta tecnología.[9] (Kelley 167 168).
A diferencia de Chernenko, Gorbachov no se encaminó a dar demasiado apoyo al sector militar y fue de los últimos temas mencionados en su discurso. Basándonos en Kelley, el mensaje de Gorbachov fue muy claro y este declaró explícitamente que la necesidad de expandir cambios en la economía y globalizarla a través de la aplicación de nuevas tecnologías e innovadores métodos de gestión, habían sido subestimadas por los líderes pasados. Así también Gorbachov declaró que sus antecesores, carecieron de voluntad y carácter para la introducción de reformas económicas y políticas. “Por primera vez en un foro público, el nuevo Secretario General criticó abiertamente a sus predecesores, declarando que, bajo su mandato en los últimos años “se intensificaron las tendencias desfavorables”.[10]
El último líder de la URSS, propició la influencia y participación de oficiales más jóvenes en el cuerpo del partido y el Politburó. Dentro del partido y el aparato de estado. Durante todo su mandato, sus reformas económicas fueron opuestas a la de los líderes pasados y en sus revolucionarias ideas, venía implícitamente el desacuerdo con los Secretarios Generales después de Stalin, llenos de “desorganización, complacencia e irresponsabilidad” (Kelley 183). Encaró a los antiguos líderes, criticándolos por su afán de querer mejorar las cosas sin cambiar nada. Es claro como los líderes como Gorbachov  pueden tener un gran impacto si tienen más potencial reformista sobre la clase dominante, el partido y el mismo sistema.
Tocando el tema de las famosas reformas Glasnost y Perestroika, estas fueron el golpe final para que la URSS perdiera su posición y control interno. Glasnost (1985-1991), le dio a los medios de comunicación una mayor libertad en grandes proporciones, permitiendo las críticas abiertas al gobierno y al sistema en general. Por otro lado, también buscaba reducir la enorme influencia del PCUS en el aparato de estado.  Sin embargo, con una mayor transparencia implementada, la gente comenzó a reprender y a revelarse en contra de la manera en la que el PCUS gestionaba el poder. Los integrantes más conservadores del Politburó y del PCUS recibieron la mayor presión por parte de esta reforma e incluso, secretos de estado fueron revelados, principalmente sobre la dictadura Estalinista. Todo esto avivó a los partidos nacionalistas y permitió su victoria en ciertas asambleas regionales.
De acuerdo al libro Perestroika from Marxism and Bolshevism to Gorbachev de Svetozar Stojanovic, Perestroika se enfocó en la reestructuración económica y cambios radicales dentro de esta, abriéndose a un sistema más globalizado y la implementación de la urgente tecnología moderna.
El principal problema que provocó la implementación de  Perestroika fue el continuo crecimiento del retraso general de la URSS en comparación con los países occidentales. Debido a la ineficiente política oficial, la URSS sufrió de una severa fuga de cerebros. Gorbachov, siendo un gran patriota, quiso detener ésa perdida de poder intelectual facilitando el alcance a la libertad económica a miembros de las élites revolucionarias.[11] (Stojanovic 160).
                Regresando a México, Ernesto Zedillo continuó con un sistema neoliberal que había sido implementado por sus predecesores, sin embargo fue su decisión de democratizar el sistema y permitir unas elecciones electorales justas y claras uno de los factores determinante en la escisión del PRI.
Durante su mandato (1994-2000), al presidente Ernesto Zedillo le tocó oficiar de agente de pompas fúnebres del viejo sistema político. No es, sin embargo, el autor directo de la defenestración del PRI y su salida de Los Pinos. Zedillo fue un presidente de recambio, y en esa medida no fue ni esperado ni deseado. Al llegar al poder en la secuela del asesinato del candidato Colosio, se sintió obligado a hacer dos cosas. De un lado, continuar con las reformas que había iniciado Salinas, pero buscando que este no ejerciera, como era su propósito, influencia alguna en su gobierno. De otro, tratar de llevar adelante un programa político tratando de interpretar lo que había dicho Colosio en diversos momentos. A este programa lo bautizó como “la nueva cultura democrática”. (Medina 323).
                De acuerdo a Medina Peña la autonomía del Instituto Federal Electoral se consagró y el presidente insistió en los intentos de “cambiar formas y procedimientos al interior del PRI.” (323).
                Tanto como Gorbachov y Ernesto Zedillo no tenían experiencia en ciertos sectores y no habían sido los candidatos planeados para el ascenso al poder. Para muchos, sus reformas y nuevas iniciativas no tenían el verdadero objetivo que se logró, pero es un hecho que ambos, atracados de las inercias provenientes de un sistema arcaico, le abrieron paso a la oposición y se cerraron a la influencia del partido en su gobierno. Sin embargo, el PRI supo manejar su gobierno mejor que el PCUS, poco a poco le abrió un camino a la oposición y sus reformas económicas intentaban beneficiar a las clases necesitadas. Los líderes de la familia Revolucionaria no perdieron su tiempo en constantes peleas internas y en el afán de marcar con sello personal la historia del país. La globalización e implementación del neoliberalismo introdujo bruscamente a México a una realidad que la URSS jamás conoció. Gorbachov hizo todos los cambios de un solo golpe, cambios que el PRI fue haciendo poco a poco, y así la caída de la URSS fue total e incluso repentina para muchos. Estas entre las otras razones ya mencionadas, provocaron que la gerencia del PRI fuera más longeva.
4.- Conclusión.
                En conclusión, los puntos establecidos al principio del análisis y los hechos específicos que implican cada uno, son las razones por las cuales el PRI tuvo una estancia mayor en el poder. El papel de los últimos líderes, influenciado por las inercias del pasado, fueron las causas determinantes para la caída de cada partido. Sin embargo es importante ver que un sistema Socialista como el de la URSS no podría existir en el mundo globalizado en el que vivimos y son países como Cuba los que sufren de pobreza y represión hoy en día. Así mismo, nuestra sociedad mexicana no podría tolerar semejante régimen, por ejemplo: dos líderes comparables son Gustavo Díaz Ordaz y Yuri Andropov. Nuestro país sufrió la peor crisis social durante el mandato de Díaz Ordaz, por su forma bélica de reprimir movimientos y su extremismo. Sin embargo, la sociedad de la URSS no podía hacer nada ante este tipo de líderes ya que todos los cuerpos del estado y el partido formaban el único e innegable gobierno.
                La famosa frase: “Las revoluciones no sirven para derrocar dictadores, sino para posicionarlos en un nuevo régimen”, es innegable si tomamos estos dos casos como muestra. En el caso de la URSS esto se vio reflejado en su totalidad con el régimen Estalinista y la ola de líderes que a pesar de impugnar el Estalinismo, mantuvieron ése afán de mantener el poder en sus manos y olvidar las verdaderas necesidades de la URSS. Por otro lado, en México la llamada “Dictadura Perfecta” del PRI y sus vitales miembros, fueron los autores de la historia política y económica de los Estados Unidos Mexicanos en el siglo XX.
Ambos casos, ambos partidos, y el camino que los llevó al final de su estancia en el poder son el resultado de una lucha por un poder utópico con millones de personas dependiendo de ella. Un partido político con futuro, debe de atender a las necesidades políticas, sociales y económicas de un país, olvidando los intereses individuales e institucionales. Debe de tener una ideología firme que esté al día con los vaivenes del sistema global. Así mismo, debe de buscar las mejores maneras de resolver los problemas, dejando a un lado los métodos remotos y teniendo a su país y a la sociedad general como prioridad principal. Al parecer es lo que necesita México en estos años, y si los problemas continúan, principalmente el de la seguridad social y nacional, el inminente regreso del PRI se consagrará, e iniciará otra vez una nueva etapa en la historia de nuestro país.

Armando Payán Corona.





5. Bibliografía
Aguilar, Héctor. La ceniza y la semilla. 2da. ed. México, D.F.: Cal y arena, 2000. 142pp. 

Gehlen, Michael P. The Communist Party of the Soviet Union, a functional analysis. 1ra. ed.    Ontario, Canada: Indiana University Press, 1969. 161 pp. Trad. Armando Payán Corona

Hazan, Baruch A. From Brezhnev to Gorbachev Infighting in the Kremlin. 1ra. ed. Boulder, Colorado: Westview Press, 1987. 260 pp. Trad. Armando Payán Corona

Kelley, Donald R. Soviet Politics from Brezhnev to Gorbachev. 1ra ed. Westport, Connecticut: Praeger Publishers, 1987. 242pp. Trad. Armando Payán Corona

Marx, Carlos, y Federico Engels. Manifiesto del Partido Comunista y otros escritos políticos. 1ra. ed. México, D.F.: Editorial Grijalbo, 1970. 155pp. 

Medina, Luis. Hacia el nuevo Estado. 3ra. ed. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica, 2010. 417pp.
Schapiro, Leonard. The Communist Party of the Soviet Union. 1ra. ed. United States of America: Random House New York, 1960. 631 pp. Trad. Armando Payán Corona

Stojanovic, Svetozar. Perestroika from Marxism and Bolshevism to Gorbachev. 1ra. ed. Buffalo, New York: Prometheus Books, 1988. 167 pp. Trad. Armando Payán Corona

Ponomariov, B. Historia del Partido Comunista de la Unión Sovietica. 1ra. ed. Moscú: Ediciones en Lenguas Extranjeras, 1960. 627 pp.



               
               


















               





[1] In addition to the lack of choice among candidates, a reason for considering the electoral process and the activities of Soviets as part of the political socialization process is the concerted effort made by the party officials and members to use the occasions to influence non-party persons.
[2] Khrushchev fell from power because his opponents throughout the party and state bureaucracies feared his incessant attempts to change the very nature of the major institutions of power and to force an already aging and conservative elite to accept the need for extensive changes in their own style of leadership.
[3] Andropov moved quickly against the worst excesses of corruption and malfeasance in office. The anti-corruption campaign that swept across party and state was designed not only to remove officials who had engaged in illegal practices under the former regime – and to permit Andropov to promote his own supporters to a growing number of posts – but also to create the public image of a vigorous leader who moved against violators even at the highest level.
[4] While Gorbachev´s absence is technically correct since he held no formal post in government dealing with foreign affairs at the time, in political terms his omission suggests that the old guard maintain control over foreign policy.
[5] In contrast, Brezhnev’s initial response stressed the traditional prerogatives of the party and demanded continued reliance on party control and supervision in the economy. Rather than countenance the emergence of even the weakest of independent market relationships, the General Secretary argued for continuing party intervention and coordination as the keys to improved performance.
[6] In the economy, the much-touted reforms to introduce new technology and restructure management along lines suggested by Western corporate structures did not have the desired effect. The technological level of Soviet industry grew more slowly than had been hoped. The problem was not only that domestic research and development efforts failed to produce viable innovations but also that the implementations of innovations was resisted by managers who feared change. Nor did the managerial reforms lead to creation of economically viable units.
[7] In the latter case, the campaign for increased labor discipline took on the tone of a crusade, with Andropov himself telling factory workers that “although everything cannot be reduced to discipline, that´s where we must begin, comrades”. The campaign took an ever sharper tone as co-workers were urged to turn in shirkers and absentees and police and other security forces conducted surprise raids in Moscow stores and other public facilities during business hours to catch workers absent form their duties without authorization.
[8] “Soviet planners must eschew any attempts to manage the economy by methods that are alien to its nature”
[9] From the beginning, he made it clear that economic policy would be the central focus of his administration. Calling for “the acceleration of the country´s social and economic development,” he noted that such a policy required the “transformation of the material and technical base of production” and the “improvement of the system of social relations, economic relations above all.” Returning to themes associated with what Soviets theorists have termed the “scientific and technological revolution,” Gorbachev called for the nation to place its faith in the development of high technology.
[10] For the first time in a public forum, the new General Secretary openly criticized his predecessors, under whose leadership “in the past few years unfavorable tendencies have intensified.
[11] The USSR´s general lag behind the West continues to grow more serious, and is the main reason for “perestroika”. Because of its official anti-intellectual policy, the USSR has suffered a sever “brain drain”. As a great patriot, Gorbachev wants to stop this sapping of intellectual power by widening the scope freedom for members of the creative élites.