miércoles, 11 de julio de 2012

La victoria de Peña Nieto: el problema


Por el Dr. Gustavo Cano


En lo personal yo sí creo que Peña Nieto ganó las elecciones mexicanas del uno de julio del 2012. Aunque, así como van las cosas, es posible que deje de creerlo en unas cuantas semanas. Y es que la victoria del PRI aparentemente constituye más para México un problema que una solución.

El buen EPN ni siquiera ha tomado posesión del cargo y ya lleva 2 marchas más o menos nacionales en su contra. La próxima está programada para el 14 de julio. EPN tomaría posesión hasta el 1 de diciembre, esto es, después de 21 marchas nacionales en su contra, de seguir las cosas como están. El buen López Obrador tenía más argumentos para anular las elecciones en el 2006 que ahora, pero su movimiento tiene mayor presencia ahora que hace seis años, las clases bajas están más perjudicadas hoy que hace seis años. Al principio el PAN y Josefina estaban calladitos y habían aceptado los resultados de las elecciones, ahora empiezan a quejarse de la compra de votos ejercido por el revolucionario institucional, aunque toman sus distancias del Peje y no denuncian en conjunto, lo cual me llama la atención.

A mí se me dificulta creer que el PRI compró todas las encuestadoras del país durante meses para manipular a la opinión pública sobre lo inobjetable de su victoria. Las observaciones de algunos políticos de izquierda, en el sentido de que los resultados de las encuestas fueron capaces de inducir el voto a escala nacional, denotan una terrible ignorancia sobre el conocimiento de la capacidad de influir de las encuestadoras en cualquier elección del mundo. Los resultados de las encuestas pueden influir en la opinión pública sobre las expectativas acerca de quién pueda ser el favorito para ganar las elecciones, pero no pueden influir sobre el voto del ciudadano. Nadie ha podido probar eso. Además, una buena parte de los encuestadores nacionales son serios y no se prestarían a este tipo de juegos. Hubo sus claras excepciones: las encuestas diarias de Milenio resultaron una súper vacilada, eso que ni qué. La diferencia de puntos porcentuales entre EPN y AMLO entre las encuestas de salida y los resultados finales se ubica dentro del margen de error en estos ejercicios, así que por ahí tampoco hay nada que decir.

En relación a la compra de votos el asunto cambia, aunque no mucho. ¿Se repartieron tarjetas Soriana y de otra índole para acolchonar la persuasión de que se votase por el partidazo en las actuales elecciones? Sí. ¿Se compró el voto tal cuál? No sé. Y es que el mecanismo aparentemente fue el siguiente: Yo tengo contactos en el partidazo, soy promotor del voto priista y mi líder de sección me ha dado la instrucción de que junte gente que yo conozco en mi casa. Hacemos una lista y se la entrego al jefazo. Luego convoco a una junta en mi casa a vecinos y parientes, todos con credencial de elector en mano. Entre más gente junte, mejor va a ser mi comisión en el asunto. Llega el día de la cita, cercano a las elecciones, y logro persuadir que acudan a mi casa entre 10 y 20 personas, a veces mas. Una vez todos en mi casita, el jefazo pasa lista y luego invita a acudir a las urnas a los asistentes para que ejerzan su derecho a votar en un régimen democrático a más no poder y de manera ejemplar. No importa el partido político, lo importante es que voten. 

Como muestra de agradecimiento por su confianza y tiempo invertido en dicha junta, pues les dan una tarjeta Soriana por persona, cuyo saldo es entre 100 y 700 pesos, dependiendo del nivel socioeconómico de la colonia o de los cálculos sobre las tajadas que se llevaría el jefazo o la cantidad de promotores de voto que existiesen en un determinado distrito electoral, o todas las anteriores. Una vez que se iba el jefazo, el promotor del voto, esto es, el dueño de la casa donde se había llevado a cabo la junta, pues les echaba ya el rollo en cortito: que era importante votar por el partidazo, que no fueran gachos, que todos iban a salir ganando, que ni modo que hagan a un lado las buenas intenciones del institucional, etc.

El día de la elección, el promotor del voto iba por sus amigos y familiares y los invitaba o acarreaba para que fueran a votar. Y aquí viene el aspecto decisorio sobre si esto fue o no compra de voto: Si el promotor de voto les pedía a sus acarreados una prueba fehaciente de su voto, esto es, por ejemplo, una foto en celular (generalmente un celular proporcionado por el promotor), donde se mostrase el folio de la boleta y su cruz sobre el logo del partidazo. Si esto sucedió, entonces sí hubo compra de voto. Si no les exigió dicha prueba y confió en su palabra, entonces no hubo compra de voto. ¿Hay manera de probar esto? No sé. ¿Se puede afirmar que el partidazo llevó a cabo esta operación con 4 o 5 millones de votantes? Sí. ¿Se puede probar dicha afirmación? No sé. ¿Pasó esto a nivel nacional? No sé, no creo. Aparentemente esta operación se llevó a cabo en ciertos estados, de manera estratégica, con la colaboración de sus respectivos gobernadores, todos priistas, por supuesto.

¿Lo anterior sucedió tal cuál? No sé, pero lo que sí sé es que ése era el plan original y parece que así sucedió en la mayor parte de los distritos en los que se llevó a cabo. Aquí el verdadero problema de las presentes elecciones surge a flor de piel: ¿el partidazo violó los límites de gasto en la presente campaña presidencial? Todo parece indicar que sí y por mucho. Hay gente que afirma que el PAN y el PRD-PT-MC también violaron los topes de campaña. Si sólo el PRI violó los topes de campaña, entonces EPN debe ser descalificado. Si los tres partidos violaron los topes de campaña, las elecciones presidenciales deben repetirse, todavía hay tiempo de aquí al uno de diciembre. Creo que el IFE va a sostener contra viento y marea los actuales resultados. Este IFE trata de navegar con bandera de pentonto institucional, pero su margen de credibilidad se reduce de manera significativa día tras día, lo cual es peligroso.

Pero antes de comentar lo peligroso de una institución electoral débil y debilitante bajo las actuales circunstancias en México, quisiera hacer un razonamiento abstracto sobre los números que giran alrededor de este drama nacional. No votó por EPN el 62% del electorado, EPN llega a la presidencia con menos legitimidad que Calderón: de ese tamaño, pues. Urge que se implemente una segunda vuelta en nuestro sistema político. Una buena parte del actual merquetengue nos lo  hubiéramos ahorrado si existiese la segunda vuelta, aunque el problema de la compra del voto tiene más que ver con la cultura política autoritaria que la mayor parte del actual electorado mexicano ejerce en su mente sin empacho alguno. Estando como están las cosas, dos de cada cinco mexicanos que podían votar no se molestaron en hacerlo. Una parte importante del electorado mexicano prefiere no votar que hacerlo por los actuales contendientes, lo cual es preocupante si pensamos en términos de durabilidad de nuestra adolescente democracia…

Finalmente, el hecho de que miles o millones de mexicanos hayan accedido a “vender” su voto, pues no creo que los haga anti patriotas, ni vendidos, ni jijos de la jijurria, ni inconscientes o cosas por el estilo. Simple y sencillamente son seres racionales, que actúan en función de costos y beneficios marginales políticos, como cualquier otro habitante del planeta tierra. El ciudadano mexicano que fue target de la operación del partidazo, en su abrumadora mayoría pertenece a los más bajos estratos socioeconómicos del país, para los que una despensa en Soriana de 100 o 700 pesos hace una gran diferencia en el gasto familiar de la semana o del mes, sobre todo si consideramos que los beneficiados de las tarjetas Soriana llegaban a ser varios miembros de una misma familia. 

Además, como funciona el sistema político mexicano, resulta completamente racional cobrarme por adelantado el beneficio de votar por tal o cual partido político. Por lo mismo de mi condición marginal, otros partidos políticos simple y sencillamente me ofrecen absolutamente nada por mi voto, ni antes ni después de las elecciones. Mejor voto por quien me ofrezca de perdida algo y que pueda yo materializar en el acto, como una tarjeta de Soriana que cubra mi ingreso marginal de votar, esto es, entre $100 y $700. Cubrir el ingreso marginal de ciudadanos del tercer mundo en tiempos electorales, definitivamente conlleva a reflexionar sobre los bajos niveles de educación e ingreso que contribuyen a minar poco a poco la minúscula cultura democrática del mexicano contemporáneo promedio.

Y esto nos lleva a la reflexión final del presente artículo. Se cuenta con un partidazo ávido de llegar al poder “haiga sido como haiga sido” con todo y dinosaurios montados en su espalda; se cuenta con un instituto electoral cuyo capital político se desmorona hora tras hora; se cuenta con una izquierda muy dividida y cuyos cálculos sobre lo que puede ocurrir después de las impugnaciones sobre la ilegalidad de las presentes elecciones no quedan claros; se cuenta con un movimiento de jóvenes que representan poco a poco, de manera creciente, el hartazgo de la sociedad en su conjunto (#YoSoy132) y se cuenta con un presidente que tiene poco que perder a la hora de aplicar soluciones extremas a los problemas de la sociedad mexicana y que ha mostrado claramente creer que más de 50,000 muertos y 10,000 desaparecidos en una guerra por él comenzada, en realidad no son su responsabilidad.

Un posible escenario de todo este problema, es que el IFE no dé ni un solo paso atrás en la actual situación y que las protestas semanales vayan subiendo de tono, ciudad tras ciudad y que pasen de unos cuantos miles a decenas o cientos de miles. El ejército ya está en las calles y no creo que Calderón vaya a mancharse las manos de sangre en provecho de un futuro gobierno priista. Si se las mancha, lo haría en beneficio propio, cubriendo sus costos marginales políticos de anular las elecciones y suspender la democracia mexicana por unos 5-15 años, mientras los mexicanos regresamos sanos y salvos del caos político que su propio gobierno provocó.


Este escenario es improbable si no se cuenta con el visto bueno, implícito o explícito, de Washington, lo cual está del cocol, no importa el ángulo bajo el que se vea. Y luego está el problema del narco… Amén.